A propósito de la epidemia de gripe porcina, les trasmito aquella anécdota que en algún momento me contara mi abuela doña Rosa Santana.

Hubo una época en su pueblo en que se presentó una epidemia de gripe, lo que causó tremenda alarma en la gente, quienes “cargados de moco” –decía- acudían a los consultorios de los médicos del pueblo.

Gripe

En este contexto se encuentran en un restaurante de la ciudad el doctor Almeyda y el doctor Saravia y uno de ellos frotándose las manos dice: “Colega, hay gripe que es una bendición de dios…”

Esta vez, “la bendición de dios” es para los laboratorios farmacéuticos y para los productores de mascarillas.